Tony Perejil: de los barrios más humildes a ser el símbolo del circo popular en el Perú

Un payaso convertido en leyenda

El legado del gran payaso peruano que hizo reír al pueblo y cuyo nombre sigue vivo en el lenguaje popular.

El payaso que nació del barro y la alegría

Tony Perejil, cuyo verdadero nombre fue José Álvarez Vélez, nació en Arequipa en 1923 y desde niño sintió el llamado del mundo circense. En su juventud trabajó con el “Capitán Paz”, donde aprendió acrobacia, malabares y comicidad. Más tarde fundó su propio circo familiar, con el que recorrió los barrios populares de Lima llevando alegría por apenas un sol la entrada.

Su nombre artístico surgió de una anécdota: de niño, su madre lo llamaba “perejiliento” porque siempre rompía la ropa. Ese apodo se transformó en identidad artística. Con once hijos que también participaban en los números, Tony Perejil se convirtió en el payaso del pueblo, símbolo de un arte sencillo, solidario y profundamente humano.

Falleció el 25 de mayo de 1987, fecha que desde entonces se celebra como el Día del Payaso Peruano, en honor a su legado.

La carpa de los sueños: historia viva del circo popular

El Circo Tony Perejil fue fundado en 1964 y se levantaba en los arenales, en plazas y terrenos baldíos. Su misión era clara: ofrecer un espectáculo digno y accesible a las familias humildes. Visitó distritos como Rímac, Comas, Independencia, Villa El Salvador y Carabayllo, con funciones que mezclaban humor, trapecio y música criolla.

Con los años, su figura se convirtió en un referente cultural. Tanto así, que el pueblo acuñó una expresión que perdura hasta hoy:
“Circo Perejil” se usa para describir a cualquier circo de bajos recursos, modesto pero lleno de corazón.

Esta huella lingüística demuestra que Tony Perejil trascendió la carpa y se convirtió en parte del habla cotidiana del Perú popular.

El legado que sigue girando

Tras su muerte, el circo cayó en declive, pero su familia mantuvo viva la tradición. En los últimos años, la dinastía Perejil ha vuelto con nuevas temporadas durante Fiestas Patrias, combinando el humor clásico con números modernos como el globo de la muerte y los motociclistas acrobáticos. Hoy, sus nietos y bisnietos continúan levantando la carpa que su abuelo soñó.

El recuerdo de Tony también vive en la memoria colectiva: hay archivos en la Hemeroteca Nacional del Perú donde figuran anuncios de su circo en los años 60 y 70, y en Facebook aún circulan fotografías antiguas de su carpa en el Rímac y San Juan de Lurigancho.

El Día del Payaso Peruano: la risa como resistencia

Cada 25 de mayo, cientos de payasos y payasas peruanas marchan por las calles de Lima para recordar a su maestro y exigir mayor valoración del arte circense. En el 2025, el canal Latina registró una de estas marchas, con una emotiva participación femenina que llenó de color y alegría las avenidas limeñas:

Reflexión final: el payaso que se volvió pueblo

Tony Perejil no fue solo un hombre con la cara pintada, sino un creador de comunidad. Su legado no pertenece a los libros de historia, sino a los barrios, a los niños que aún se ríen bajo carpas improvisadas, a las familias que recuerdan su nombre con cariño. En su honor, cada payaso peruano lleva un poco de su espíritu: el arte que nace del pueblo y vuelve al pueblo.

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Porque mientras haya quien ría, Tony Perejil seguirá vivo.